Respeto

Desde niños, recibimos mensajes que pueden llegar a ser contradictorios: NO MIENTAS – SE BUENO. Cuando recibíamos un regalo que no nos gustaba, ¿teníamos que decir QUE LINDO y ser BUENOS o teníamos que decir, ¿NO ME GUSTA, TE LO DEVUELVO y ser MALOS?

Ya de adultos, cuando vemos que un amigo muy querido toma una decisión que nosotros pensamos que es errónea y que lo perjudicara, pero ese amigo está muy entusiasmado y nos está pidiendo la aprobación ¿tenemos que decirle QUE INTERESANTE y ser BUENOS o tenemos que decirle ESTO ES UN DESASTRE y ser MALOS?

La dicotomía entre ser y sentirse hipócritas concordando con lo que el otro quiere escuchar o ser y sentirse crueles por decirle al otro toda la verdad y nada más que la verdad requiere un aprendizaje del doble respeto. El respeto a la propia verdad y el respeto a la verdad del otro. La etimología de la palabra respeto nos indica que viene de “hacia atrás” (espejo, especular), perspicaz (mirar a través) Respetar, en un sentido más profundo que el de consideración o miramiento, significa Revisar, mirar hacia atrás.

Efectivamente, explicarle a un niño que lo que se tiene que agradecer cuando se recibe un regalo es la intención amorosa de la persona que hace el gesto de regalar y no el objeto regalado, es difícil. Pero es más necesario que nunca, en estos tiempos donde todos estamos con un mayor grado de irritabilidad, de necesidad de comprensión y de amparo, practicar el respeto hacia nosotros mismos y hacia el otro. ¿Cómo? Mirando para atrás, reconciliándonos con el origen amoroso, genuino, de la auténtica (no hipocrática) necesidad de dialogo, de comunicarnos, de establecer intimidad, en el acto de intercambiar preguntas y respuestas (no crueles). De todas maneras, en este momento de la humanidad está más claro que nunca lo que no sabemos. Por eso, es también más importante que nunca valorizar las preguntas que si son verdaderas.

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